Cuando pensamos en la industria 4.0 y en robots es inevitable pensar en películas como I, Robot, Terminator o incluso Wall-e, en las que robots humanoides tienen una misión grandiosa y son más nobles y valientes que los propios seres humanos.
Esta fantasía es, precisamente, la que ha ayudado a que la inteligencia artificial se instale poco a poco en nuestras vidas. ¿Cómo? Mientras nosotros estamos mirando el árbol esperando a que lleguen mayordomos robot a nuestras casas, el bosque se ha ido poblando con tecnologías inteligentes que van adquiriendo frondosidad.
Así, en la industria 4.0 es quizás donde este fenómeno se ha hecho más palpable. Por eso, en este artículo titulado “Industria 4.0: ejemplos del impacto de los robots en las tareas humanas”, dedicamos un esfuerzo a estructurar algunos ejemplos de esa capacidad de ir sustituyendo funciones en las fábricas que hasta ahora habían sido, en su mayoría, humanas.
La industria 4.0 comprende una gran variedad de ejemplos. A continuación hemos querido agrupar dichos ejemplos en 2 vertientes para clarificar qué es lo que la industria 4.0 puede hacer por una empresa. Esta categorización se centra en cómo los robots sustituyen y/o amplían partes del cuerpo humano de un empleado y, por otra parte, cómo sustituyen y/o amplían las funciones cognitivas humanas, ya sean del director de la fábrica o de cualquier otro miembro del equipo.
Uno de los primeros ejemplos de industria 4.0 son los brazos mecánicos: los primeros robots que llegaron a la industria. Ya son prácticamente una commodity en manufactura aportando precisión y fuerza, evitando lesiones a trabajadores humanos y aportando precisión en las tareas de la cadena de suministro. Su versatilidad hace que se sigan mejorando y lanzando nuevas versiones, como los nuevos e-Series de Universal Robots.
En ámbitos donde se trabaja con las manos ocupadas, el control por voz está adquiriendo mucha importancia. Heredando prácticas de los quirófanos, las fábricas están incorporando el control por voz cada vez más para facilitar que los trabajadores puedan desarrollar sus tareas sin dejar, literalmente, lo que tengan entre manos.
El reconocimiento de imagen en las líneas de producción para detectar problemas de calidad o el machine vision en forma de cámaras incorporadas a los cascos de los trabajadores para reparaciones delicadas, por ejemplo, son aportaciones muy valiosas de la inteligencia artificial y la robótica a las fábricas. Hay proveedores que se especializan casi únicamente en esta parte de la industria, como la empresa B&R.
La realidad aumentada también está ganando un terreno significativo, permitiendo mejoras inmediatas en reparaciones, trainings y colaboración múltiple a tiempo real de los ingenieros. En España, Mahou ya ha incorporado estas estrategias en sus centros de producción.
Los avances en industria 4.0 no solo nos ayudan a hacer, sino también a pensar. La unión entre United Planet y SICK AG, empresa líder de sensores, presentarán este año maquetas inteligentes para poder realizar escenarios de diseño de planta.
Las aplicaciones de blockchain no podían faltar en la cadena de suministro. IBM, en colaboración con Brooklin Roasting Company, han utilizado blockchain para crear un sistema de trazabilidad desde la recogida de un grano de café en latinoamérica hasta su consumo en EEUU. El consumidor final no solo tiene información fiable del origen del café, sino que puede realizar transacciones seguras y digitalmente “notarializadas”, como por ejemplo darle una propina al productor.
Otra tendencia muy en auge como ejemplo de industria 4.0 es la de los “Digital Twins”. Se trata de dotar a las máquinas de un clon gemelo virtual que recoge su comportamiento y lo va enviando a un centro de control para poder anticipar problemas con ese aparato o repararlo de manera informada. Este tipo de tecnología se usa principalmente en maquinaria compleja y en equipos de coste elevado.
La reducción de costes y tiempos de entrega sigue siendo uno de los objetivos prioritarios de cualquier industria y por ello los proveedores de tecnología se esfuerzan en desarrollar modelos de robots que ayuden a ganar estos segundos valiosos entre fases que al final representarán el margen de la empresa. Una Smart Factory noruega utiliza media docena de robots de la empresa Omron para realizar diferentes partes del proceso de producción, cada uno en su puesto de trabajo o celda individual.
Tras ver estos ejemplos de industria 4.0 es fácil pensar que quizás, muy pronto, tengamos que explicarles a las nuevas generaciones por qué en su día llamamos a la industria “manufactura”. Pero, a día de hoy todavía debemos preguntarnos, ¿son estas tecnologías aptas para cualquier empresa manufacturera? Una encuesta a nuestros vecinos franceses ha revelado que la principal preocupación radica en la madurez de sus colaboradores. Casualmente, las teorías de 6 sigma aplicadas a calidad, demuestran que, efectivamente, una empresa no puede cumplir con el 99,99% de la calidad si sus colaboradores no cumplen también este ratio. Por lo tanto, alcanzar los estándares de la industria 4.0 pasará por un ejercicio de la empresa de su propia madurez y porque el sector en general esté dispuesto a abrirse a un entorno altamente colaborativo.
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