¿Quién no ha oído hablar en estos últimos meses de Inteligencia Artifical y de cómo las personas sentimos incertidumbre y temor ante su capacidad de memorizar y calcular? ¿Nos hemos de preocupar de competir con estas aplicaciones y robots o podemos encontrar una posición en la que nos hagan mejores?
Cuando era pequeño mi padre siempre me explicaba que cuando él era niño e iba al colegio le hacían aprender una interminable lista de reyes visigodos. Era un ejemplo de un modelo de aprendizaje basado en el esfuerzo y en la capacidad de memorizar elementos para poderlos recitar a petición del severo y concienzudo maestro. Mis años de escuela iban pasando y siempre atesoraba un ligero temor a enfrentarme a aquel momento que, por suerte, nunca se produjo (tal vez por eso me decanté por la rama de ciencias …). Un día le pregunté a mi padre si le había servido de algo aprenderse aquella lista y si recordaba a esos venerables reyes. Se quedó pensativo y me dijo que apenas recordaba alguno y que más allá de contentar a su maestro, ese aprendizaje no le sirvió absolutamente de nada. En mi día a día me encuentro muchos casos de formaciones que en su momento realizamos y que no nos aportaron lo que esperábamos o que transcurrido un tiempo, quedaron desfasadas o en el olvido.
Si hablamos de formación en entornos organizativos y pensamos en los conocimientos que intentamos transmitir a estos alumnos corporativos, encontramos que la vía de impartición más masiva y accesible en organizaciones medianas y grandes son las plataformas de formación. ¿El objetivo? Llegar a cuanta más gente posible con formación impulsada por la tecnología, de una forma económica y sostenible, fomentando el autoaprendizaje.
Las plataformas de formación (LMS o Learning Management Systems en inglés) son entornos de aprendizaje que tradicionalmente se han focalizado en proveer contenidos formativos estructurados bajo cursos a los usuarios asignados y a registrar su progreso. Son aplicaciones informáticas que bien desplegadas en los sistemas de las organizaciones o bien en la “nube” como un servicio de suscripción, nos permiten formar y evaluar a las personas.
Dos son los pilares sobre los que se construyeron: capacidad de gestión y de impartición. Tan importante era poder realizar los procesos de gestión con el alumno (altas, matriculaciones, peticiones, soporte) como habilitar a que el alumno pudiera interactuar con los contenidos para formarse y evaluarse según la necesidad. Es un tic de la década de los “2000” donde el acceso online vía intranets y luegos vía Internet era un logro (junto con el milagro de disponer de un navegador con el que poder navegar por la formación). A finales de esa década las comunidades y la proliferación de Internet dieron lugar a las comunidades de aprendizaje y se vivió una pequeña revolución donde la interacción con otros compañeros llevaba hasta el apoteosis la experiencia de aprendizaje. Poco a poco se ha entendido dónde y cómo aplicar las comunidades, pero nadie discute que no son una panacea y que tienen usos concretos.
La evolución de las plataformas de formación
Actualmente encontramos que las plataformas de formación son entornos que siguen enfocando la formación a través de los tres pilares: gestión, impartición y socialización. Las iniciativas en entornos de aprendizaje de estos últimos años siguen convenientemente estos pilares:
Impartición:
Gestión:
Socialización:
Lo que las organizaciones están demandando lo podemos resumir en tener una experiencia del alumno mejor (necesidad continua de formarse y aprender versus contenidos o temáticas que no son de interés del alumno), tener mayor visibilidad de qué está aprendiendo y cómo, que sea un aprendizaje más personalizado y que lo podamos extender lo más cerca posible del entorno de uso de ese conocimiento.
El uso de la Inteligencia Artificial (IA) en los procesos de aprendizaje están cambiando lo que debemos aprender y quién lo debe aprender. Dentro de las aplicaciones que ya usamos en nuestros entornos laborales o también en los propios entornos donde aprendemos.
Puede que ciertos conocimientos los deba aprender una IA y que nuestra función sea la de acompañar y apoyar a este sistema o bien que sea a la inversa: que el IA nos enseñe y nos acompañe en nuestro día a día. Se está hablando mucho de cómo hacer aprender a los sistemas (Machine Learning, aprendizaje automático …) pero ¿y de cómo las IA pueden ayudarnos?
Tenemos ejemplos en nuestra vida cotidiana, y seguramente ya has interactuado con ella. Llámala Siri, Google Assistant o Alexa, por ejemplo. ¿Por qué no tener nuestro propio profesor? Disponible 24x7 con acceso a todo el conocimiento estructurado de la organización. Imagínate una red social donde tú eres la única persona y el resto son IAs que aportan contenidos, sugerencias de conocimiento, resuelven dudas y valoran. O un WhatsApp donde tu profesor virtual te envía la píldora de aprendizaje del día o un cuestionario para evaluar tu conocimiento. ¿No estamos aprendiendo? ¿Podemos establecer una estrategia para generar contenidos específicos para Chatbots e impartirlo a través de ellos? La respuesta es sí.
Desde Enzyme podemos ayudarte a integrar esta novedosa vía de formación a través de Chatbots con tu estrategia de formación organizativa que rompe con el silo de la Plataforma de formación para hacer llegar el conocimiento necesario en el momento adecuado a tus empleados. En nuestro próximo artículo te explicaremos ejemplos de este aprendizaje aplicado en ejemplos concretos.
Ingeniero Informático especializado en la gestión del cambio en las organizaciones mediante la aplicación de tecnología, mejora de procesos y gestión de la formación e información. Ha desplegado soluciones de aprendizaje y procesos de gestión, estrategia, arquitectura e integración de sistemas, alineación de objetivos de negocio y tecnología, así como en proyectos innovadores de transformación de talento digital. Está especializado en el uso de la analítica de personas en organizaciones (People Analytics).
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