Antes de presentar algunos consejos sobre buenas prácticas o ideas a la hora de abordar y desplegar la innovación, es preciso aclarar dos términos que nos van a ayudar en este proceso: innovación y adaptación a los tiempos. Hay que distinguir entre estas dos ideas, no significan lo mismo y conviene no confundirlas.
¿Por qué llamarlo innovación cuando se quiere decir superviviencia? En otras palabras: adaptarse a los tiempos y actualizarse es nuestra obligación como compañía que ofrece un valor al público al mercado. Pero es necesario ir más allá si queremos llamarlo proyectos de innovación.
Las empresas de éxito se caracterizan por saber prever escenarios antes de que sucedan y dar solución a necesidades antes de que aparezcan. Es necesario adaptarse de manera óptima y, además, hacerlo rápidamente:
Así, la innovación es un mecanismo proactivo. No se trata de adaptarse a los tiempos, sino de adelantarse a ellos a través de visiones novedosas. Después del nacimiento de esa primera idea inspiradora llegará el momento de la ejecución y del diseño de un plan realista. Recordemos que, como dijo Picasso, “la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”. Así, llamamos innovación a:
Para conseguir generar proyectos de innovación es crucial disponer de equipos que dediquen su tiempo completo a tareas creativas, ideando:
Innovar requiere aprender a testar. Existe el riesgo de implementar productos que nacen ya obsoletos por el tiempo excesivo dedicado a su perfeccionamiento. En este sentido, hay que recordar que innovación y obsolescencia son dos caras de la misma moneda. Es necesario, lograr los proyectos cuanto antes y del modo más eficaz posible. Y aunque parezca contradictorio, no buscar retorno inmediato, pues la innovación, ¡siempre es rentable a largo plazo (y excepcionalmente a corto)!
Si la disrupción no beneficia al usuario, este no encontrará un motivo por el que pagar por un producto o servicio. Hay que evitar idealizar o deificar “la novedad por la novedad”.
Entre los miembros de nuestros equipos y entre nuestro público, siempre habrá enemigos del cambio, afectados por la muerte de lo antiguo y el impacto de lo nuevo.
También hay que tener cuidado con la orientación (excesivamente) democrática de la innovación, pues a veces el exceso de cerebros no idean mejor, ni siquiera más, sino que complican el producto, perdiéndose la simplicidad. Por tanto, innovación es agilidad; en un entorno marcado por los vertiginosos cambios, fomentar la innovación en la empresa requiere de una alta velocidad a la hora de plantear y ejecutar nuevas ideas.
Con el control adecuado de la privacidad, no cabe duda de que la inteligencia artificial permite, muy especialmente, generar “momentos mágicos” en torno a:
Así, es necesario que la innovación de procesos y servicios giren en torno a provocar “magia” en la percepción de clientes y usuarios.
Ya existen redes neuronales artificiales capaces de replicar la estructura sináptica básica de un cerebro humano, y en Enzyme las utilizamos. A través de estas redes en sus fases más avanzadas, se han logrado crear piezas originales de música y pintura, de una excelente calidad. Innovar en la creación de contenidos aplicados para el marketing, creados por dichas redes neuronales, así como piezas publicitarias que tengan en cuenta datos y respuestas emocionales de los clientes a los que se desea impactar.
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