Se estima que para el año 2021 el valor del mercado del blockchain con aplicaciones tecnológicas supere los 2 mil millones de dólares (Statista), mientras que para finales del 2024 podría multiplicarse por 10 y así alcanzar los 20 mil millones (Transparency Market Research).
Estas previsiones del abismal crecimiento del blockchain se deben a que es una de las tecnologías más innovadoras de esta cuarta revolución industrial. Su proceso de adopción está marcando un antes y un después en todos los sectores empresariales, comerciales y sociales apalancados en la tecnología.
El blockchain o ‘cadena de bloques’ (más allá de las criptomonedas) es como un libro contable que registra de manera digital todas las transacciones que se realizan respecto a algo. Dichas transacciones se empaquetan en ‘bloques’, y los bloques se envían hacia todas las computadoras que están interconectadas en determinada red, creando así una ‘cadena de bloques’.
En este sentido, es importante tener en cuenta lo siguiente:
En síntesis, esta tecnología es: inalterable, verificable, distribuida, descentralizada, segura y directa. Tales características pueden ser aplicables a cualquier tipo de transacción digital que involucre valor. Es allí donde radica la revolución del blockchain con aplicaciones para cualquier sector tecnológico.
Existen dos categorías de clasificaciones de blockchain, las cuales son:
Las únicas combinaciones posibles entre los distintos tipos de blockchain son:
La cadena de bloques llegó para impulsar la evolución en todos los sectores de trabajo del ser humano. Hoy vemos al blockchain en aplicaciones tanto a gran escala a nivel social como a la más mínima escala a nivel individual.
En este contexto, existen aplicaciones tanto generales como específicas de la cadena de bloques. De las primeras se originan las segundas, estas últimas son las que se orientan hacia un sector en particular.
Algunas de las aplicaciones generales que pueden ser implementadas de manera universal son:
Cada usuario puede contar con una ‘identidad digital’ basada en la cadena de bloques. De este modo, puede elegir qué información de sí mismo mantiene de manera pública o privada ante terceros.
Los smart contracts o contratos inteligentes son acuerdos digitales que se realizan entre dos o más partes. Estos contratos se ejecutan de manera automática cuando se cumple determinada condición aceptada previamente por las partes involucradas.
Como toda la información registrada en la blockchain queda distribuida e inalterable, esta tecnología permite que se pueda realizar tracking o seguimiento a ciertos registros específicos. De este modo, los usuarios pueden ver los detalles de las transacciones o actualizaciones relacionadas con un elemento en particular.
Desde las aplicaciones generales mencionadas anteriormente se han implementado con el blockchain aplicaciones específicas según cada sector de desarrollo del ser humano. Algunas de estas últimas son:
Estas y otras aplicaciones específicas de la cadena de bloques han permitido el diseño y desarrollo de mega proyectos como Innovation Park, la primera ciudad inteligente del mundo basada en tecnología blockchain; Blue Frontiers, un proyecto de islas flotantes en la Polinesia Francesa; y Liberland, un microestado europeo cuya moneda es el Bitcoin.
Estos proyectos, además de en la cadena de bloques, se apalancan en soluciones como la inteligencia artificial (IA), internet de las cosas (IoT), impresión 3D y nanotecnología. Sin embargo, el blockchain es la que sigue considerándose como la tecnología del siglo XXI.
José Parra Moyano, head del Blockchain Research Lab de la Universidad de Zúrich y advisor de Enzyme Advising Group, comenta:
“Todas las grandes multinacionales que asistieron (al European Blockchain Convention) ya han entendido que la tecnología blockchain va a cambiar la forma de trabajar, colaborar, competir e innovar en nuestra sociedad.”
Sin embargo, el blockchain con aplicaciones universales y específicas en la sociedad sigue siendo, en muchos casos, un tabú tecnológico. Este panorama representa una gran oportunidad para las empresas que comienzan a implementar la cadena de bloques, pues están adquiriendo una importante ventaja competitiva ante sus competidores rezagados.
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